lunes, 20 de octubre de 2008

El capital financiero en el banquillo (I)

Tomado de Diario CoLatino
Dagoberto Gutiérrez
En el actual drama de la llamada “Crisis Financiera”, está funcionando un entramado perverso que además de su mal olor contiene puñales con sangre, sudor y lágrimas de los pueblos de todo el planeta. Es cierto que hay quiebra de bancos grandes dedicados a la inversión financiera, también lo es el temblor de la actividad bursátil en los grandes centros financieros y que de alguna manera, unos más y otros menos, todos los países como en una tela de araña que se estremece, se verán afectados.
Estamos frente a una crisis sistémica del capitalismo y no frente a un accidente porque se trata de un capítulo nuevo de la relación entre el Estado (como ficción pública) y el mercado como realidad privada. El capital como lógica inagotable de acumulación se lanza por el camino de la finanzación en un esfuerzo por escapar o reducir todo tipo de control y regulación del Estado, esto destruye, en el capitalismo desarrollado, la conocida forma del llamado Estado de Bienestar que era una especie de acuerdo entre los trabajadores, el Estado y los capitalistas, pero en la medida en que se acrecentó la capacidad de reclamo de los trabajadores y de los pueblos y los aparatos gubernamen-tales necesitaban tomar en cuenta, aunque fuera parcialmente, los reclamos sociales, los capitalistas deciden evadir todo compromiso y todo control.
La finanzación de la economía fue la decisión para evadir, repito, todo compromiso y todo control.Este proceso parece arrancar en la década de 1970 y está implosionando actualmente todo el sistema.
Ocurre una situación en donde la mayor acumulación de capital se sitúa en el patio de la especulación y no en el corredor de la economía real. Sabido es que la especulación financiera no tiene compromisos con la producción si no con la ilusión y las expectativas, se trata, en otras palabras, del capitalismo de papeles que guillotina al capitalismo productivo y, desde luego, siendo volátil resulta incontrolable.
Esto explica la decisión de los banqueros salvadoreños de vender sus bancos a la banca planetaria porque de esta manera el Estado salvadoreño no puede ni tan siquiera soñar o imaginar controlar a fuerzas inalcanzables como el HSBC o el CITI GROUP. Claro que ni la clase dominante ni el sector gobernante del país tienen la cabeza pública necesaria para querer controlar nada, mucho menos a sus amos.
En nuestro país esto explica, además, la bancarrota de las finanzas gubernamentales, las angustias electorales de ARENA, la inmensa fila de migrantes que van y vienen, y la destrucción de la sociedad salvadoreña y, por eso mismo, la democracia del país se encuentra ahora en manos de la selección de fútbol, como nos enseña el TSE.
La situación planetaria afecta el corazón duro del capitalismo y cuando la inmensa e incontrolable burbuja financiera explota (esperable e inevitable) se abre el nuevo capítulo que hoy estamos viviendo en el planeta: este capitalismo evasor decide que el Estado, cuyo control ha evitado exitosamente, pase a financiar sus negocios en una especie de subsidios gigantescos y en un reparto de ladrones de los fondos estatales, sobre todo de la Unión Europea.
Estamos diciendo que la almendra de la coyuntura no es exactamente originada por la falta de regulación si no que esta (la regulación) es generada por la evasión del capital financiero. Se trata que los fondos que pertenecen a toda la sociedad, como son los fondos estatales, financien los negocios de este capital financiero y sobre todo los de la Unión Europea.
Observemos con atención que mientras la Casa Blanca les entrega trabajosamente 700,000 mil millones de dólares, la Unión Europea les da una cantidad tres veces mayor y esto quiere decir que las cifras totales salidas de las arcas estatales de EE.UU. y la Unión Europea alcancen los 6 billones de dólares, mayor negocio no podía esperarse para estos capitalistas y, de nuevo, Europa aparece como un siervo manso de Washington o por lo menos con una política de mucha parentela con los Estados Unidos, sin política propia reconocible.
Aquí entramos en el terreno de los impactos que este brutal negocio tiene para los pueblos porque este capital especulativo siendo una especie de medusa de mil cabezas se sostiene destruyendo las economías, la naturaleza y a los seres humanos en el planeta.

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