jueves, 23 de octubre de 2008

La Crisis

Tomado de Diario CoLatino
José M. Tojeira
Que hay una crisis mundial nadie lo duda. Todos la comentan. Unos preocupados por lo que nos pueda tocar de la misma, y otros por el desastre eco- humano que la crisis puede desatar. El nuevo premio Nóbel, Paul Krugman, acusa al exceso de liberalismo como el factor principal de la crisis. El Papa actual ha insistido en el tema de la pobreza y ha pedido que la crisis no sea una excusa para dejar a las naciones pobres sin ayuda. Corresponde «a los Responsables de las Naciones más ricas tomar las iniciativas necesarias para que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse de los frutos de sus propios bienes».
Al mismo tiempo los compromisos de ayuda que los propios países ricos se han puesto no se cumplen. Todos asumen que es cierto lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: «Las naciones ricas tienen una responsabilidad moral grave respecto a las que no pueden por sí mismas asegurar los medios de su desarrollo, o han sido impedidas de realizarlo por trágicos acontecimientos históricos» (No. 2439). Pero la crisis les ha llevado a los ricos tanto a reducir la ayuda al desarrollo como a endurecer medidas migratorias.
El cardenal Rodríguez Maradiaga, Presidente de Caritas Internacional y Arzobispo de Tegucigalpa, hablaba en el mes de Septiembre en las Naciones Unidas insistiendo en que ha habido una falta de liderazgo político en la lucha contra la pobreza y en la tarea de avanzar hacia los objetivos del milenio. Y ponía el dedo en la llaga al señalar el problema moral de nuestro tiempo. «Necesitamos imaginar un mundo en el que la muerte innecesaria de alrededor de 10 millones de niños al año sea una abominación intolerable», decía. Y en realidad ese es el problema de fondo.
No somos capaces de imaginar no sólo un mundo, sino un país, El Salvador, Honduras o cualquier nación centroamericana, donde sea una abominación convivir con el hambre de los niños, su desnutrición, su retardo y abandono escolar, su trabajo infantil etc. Desde esta posición de claro trasfondo moral y cristiano, el cardenal recordaba la frase y advertencia de Pablo VI: «El desarrollo es el nuevo nombre de la paz».
Sin embargo sigue habiendo despreocupación por los pobres. Siguen algunos de nuestros comentaristas económicos insistiendo en que el mercado con poca regulación arregla todo. Continúa la sociedad de consumo invitando al gasto en productos poco útiles, a invertir en marcas, más que en productos con una buena relación entre rendimiento y costo.
A El Salvador ya ha llegado la crisis, y nos ha alcanzado, como casi siempre, sin estar prevenidos. Tan desprevenidos que la pobreza ha aumentado. Pero éste no es un tema dominante en la campaña.
El problema es que según los grandes estrategas publicitarios Chávez va a mandar en El Salvador.
Toda una copia del modelo conservador norteamericano. McCain está insistiendo en que con la llegada de Obama va a llegar el socialismo a Estados Unidos. Es ridículo, pensamos. Pero allá creen que ese tipo de propaganda puede dar resultado. La campaña del miedo agranda terrores inducidos e inexistentes. El sufrimiento de la gente es lo de menos. Lo importante es permanecer en el poder, cueste lo que cueste, se mienta lo que se mienta.
Las crisis sacan siempre a relucir lo mejor y lo peor de las sociedades. Lo mejor en gente generosa que se dedica a combatir la pobreza o a paliarla. Lo peor en quienes prefieren engañar, mentir, aferrarse al poder a como dé lugar. Los medios para llegar al poder se convierten en los verdaderos fines, y los fines que un poder o autoridad democrática y ética debe tener pasan a un compás de espera.
En El Salvador la crisis está también relacionada con una economía pensada desde el neoliberalismo. Más para quienes tienen más y pobreza o exclusión a quienes tienen menos. Si algo ha paliado la situación ha sido la generosidad de los hermanos emigrantes. Emigrantes pobres, hoy en situación algo mejor, ayudando a pobres.
Y no gobierno o empresariado nacional contribuyendo con energía a combatir la pobreza. Cuando a la crisis permanente de El Salvador se le suma la crisis internacional que aumenta precios y reduce remesas, nuestro sistema muestra toda su miseria. ¿Hay crisis? Claro que sí. Ojalá se debatan los problemas de la crisis con mayor seriedad. Y se abandone esta campaña política que cada vez se vuelve más agresiva y superficial, en vez de entrar en la clave de nuestra realidad y proponer soluciones estructurales.

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